¡Silencio, se rueda!

2 de Septiembre, 2017

¡Silencio!

Se rueda puesta de sol, de esas que te dejan mudo y clavado en el mismo lugar durante horas. De aquellas que evocan momentos pasados y futuros, que te van desnudando la vista y el alma, poco a poco, a medida que cambian los colores del atardecer.

Aquella que no necesita de grandes paisajes para ser perfecta, porque no es el lugar, es el momento, de las que pintan el cielo de colores breves y huelen a hierba húmeda y no quieres que terminen nunca porque sin darte cuenta, tienen un valor añadido y velan por tu tranquilidad.

Una, de la que fotografiarías cada instante en la retina para no olvidarte nunca, de esas que aun siendo final, son principio, porque hacen borrón y cuenta nueva, y al inicio se atragantan y hacen bola, pero terminan robando una sonrisa en tu cara y dibujando otra en tu corazón.

De color añil melocotón, de nubes aterciopeladas de color violeta, rasgadas por la cola de un avión. Donde la luna y el sol te flanqueen por cada costado, convirtiendo en imposible la decisión de donde poner la vista, en este atardecer, antes de que la noche descanse sobre el mar.

Justo, de las que te pillan de camino a otro lugar, y de repente te hacen olvidar el destino, porque mejor que allí no se te ocurre otro sitio y te conectan contigo mismo y el momento presente, porque ahora somos yo y ella y lo demás en realidad importa poco y el futuro esta por soñar.

¡Silencio!

Se rueda puesta de sol. Esa en la que se cuelga el cartel de se vende soledad al mejor postor, a aquel que no tenga miedo a seguir creciendo, aquel que no se asuste de seguir adelante porque sabe que lo mejor esta por venir y merecerá la pena, a ese que aun sabiendo eso, quiere compartirla con alguien, poniendo el acento de ese silencio, en dos manos que juegan a acariciarse y una mirada de complicidad.