Ángel custodio

28 de Abril, 2019

Qué difícil es vivir atrapado en un torbellino de dudas, cuando uno por muchas vueltas que le dé, acaba volviendo siempre al mismo punto de partida. Qué arduo el esperar, siendo solo un mero espectador, impertérrito de puertas a fuera, temblando del espejo hacia dentro. Qué complicado saber que todo nunca es suficiente, y que a veces, la mayoría de ellas, ni siquiera sé que responderme. Qué delicado el camino de levantarse paso a paso, mirando a lo lejos la quimera, y sentarse frente a la muerte a jugar esta partida una hora más.

Qué triste la biografía que en su ruleta cayó en la casilla de perdió su turno. Qué aciaga la sensación de vivir atrapado, como quien repite curso, soñando tan solo con que otro final es posible. Qué complejas las caricias que no se repetirán, los besos que no daré, lo sueños que se quedaron sin cumplir. Qué desolador es ignorar si soy el único al que le cambio el sabor de la lectura, o si esta calma tensa, no es la única culpable del nudo que ahoga los miedos en la garganta.

Qué difícil...

Qué difícil, y a la vez que delicado es ser consciente, de que esta historia negra y caprichosa que derrumba a oleadas tenaces los viejos castillos de arena, y que sin rozarte la piel te toca por dentro, me ha permitido ser consciente de que la culpa no era mía, y me ha concedido otra forma de mirar.

Y por eso te digo:

Que...qué lindo es desear que siga la vida un ratito más en tu sonrisa, mientras tus manos temerosas sobrescriben un mapa entre mis dedos. Qué es hermoso ese pasatiempo tan tuyo, de bajo mis enfados y tristezas querer amagar con la paciencia tus manías. Qué es bello que quieras sentirte viva a cada salto de manecilla, para hacerme creer que así también yo me hago más fuerte. Qué es encantador ese brillo en tus ojos, que sin pretender nada, encienden una bocanada de aire en mis entrañas. Qué es bonito saber que me acompañas, hasta ese desenlace que nunca encuentra la palabra que llega a la hora justa, y que acaba dormitando bajo el amplio muestrario de lágrimas de despedida. Qué es maravilloso sentir en el pecho este desierto, mientras me sé inmortal en tu recuerdo.