Bärstraβe

4 de Noviembre, 2017

Que vuelen los sueños, arriba, muy arriba. Tan alto como la imaginación nos permita, tanto, como tu inocencia crea necesario.

Aprendamos a estar separados por miles de kilómetros y a la vez muy juntos. La distancia justa, para sentir que nuestros corazones se tocan, a través del ipad, cada vez que nos vemos.

Juguemos a perseguirnos con la mirada, a comernos los dedos imaginariamente, a peinarnos, a pasear en un viejo triciclo nuestros temores. A gritar, a saltar, a crecer y hacernos mayores juntos. Sin esperar nada en concreto, tan solo que el sol, traiga una nueva aventura.

Divirtámonos inventando nombres absurdos para las plazas y las calles, escondiéndonos, bañándonos y viéndote nadar. Déjame que te cuente un cuento inventado, antes de dormir. Uno de esos que sin pretenderlo, te dejan más despierta. Hagamos que se conozcan nuestros peluches. Mientras tú y yo, establecemos que querernos incondicionalmente, es un entretenimiento. Fingiendo, como si solo se tratase de un juego simbólico.

¡Click!, se dispara mi cámara, en la última foto de los próximos treinta segundos. Lo siento, pero solo una más, te susurra mi codicia, por si luego no te tengo. Mientras tú, la mejor modelo. Siempre apunto para pasar revista. Dejas en tu última pirueta, tu pelo alborotado de esa forma tan delicada, la mirada intrigada y la verborrea bien despierta.

¡Hasta la vista!, se nombran nuestros anhelos una vez más en tus diez mil idiomas. Incluyendo incluso el tuyo propio. Sabiendo que nos echaremos de menos, pero haciendo ver que no pensamos el uno en el otro cada día (tan solo, un par de cientos de veces).

Lamento haber destrozado mi imagen de ser perfecto y romperte el corazón sin despedidas. Así que sin creerme capaz de darte más lecciones, tan solo te digo: Mantente firme y no te rindas, siempre con la sonrisa por bandera y la ilusión en los bolsillos.

¡Adiós!, ¡Auf Wiedersehen!, ¡Good bye!, ¡Adeu! Se despiden mis besos y mis abrazos entre suspiros. En esta carta libre de toda máscara y condescendencia. Llorando las pérdidas eternas, de aquellos amores que te agarran fuerte la mano, al saltar de un columpio. Más puros que los sueños.