Beso primigenio
9 de Diciembre, 2017
Quién no se ha dado uno de esos besos primigenios, en los que no importa ni el paisaje ni lo que pase alrededor. Uno de esos que detienen el tiempo y el espacio, de aquellos que saben siempre a mucho y a poco. De los que permanecen por siempre imperecederos en la memoria.
Quién no ha tragado alguna vez saliva nerviosa y humedecido sus labios, antes de dar el salto al vació, en caída libre y sin paracaídas. O quién no ha dicho, una de esas frases inquietas en el km 0, para romper el hielo, mientras se miraban fijamente a los ojos, con el fin de ver quién es el intrépido que da el primer paso.

Quién no ha dejado en alguna ocasión que sus frentes se alineen y sus narices se acomoden la una junto a la otra, para aguantar el aliento y coger el último impulso. O por el contrario, se ha adelantado al pistoletazo de salida y se ha abalanzado a la otra persona, acercándose a ella como de un salto, con la mano en su nuca y el corazón en los labios.
Quién no ha entretenido mientras tanto, el resto de sus sentidos, en la danza tonta que hacen los dos labios jugando a no encontrarse. Y ha empezado a besarse, suave y lento, con la boca pequeña, acabando dando uno de aquellos besos que se van abriendo, de los que se vuelven furtivos y te muerden los labios.
Quién no ha envidado un beso, para ganar luego otro. Quién no ha besado temblando o sin mostrarse ansioso, aunque ya no pudiera moderar ni un segundo más sus ganas. O quién no lo ha hecho intenso, pero a la vez íntimo y cómplice, dejando para el final, ese instante donde se cierran los labios para conservar su aroma.

Quién no ha dudado alguna vez donde acomodar sus manos, mientras le ardían las ganas de quitarle la ropa, le sobraba lo demás y le faltaba el aire. O quién no ha apostado atrevido al todo, sin miedo a perder los labios en el último contacto, porque solo quedan tres opciones, me besas, te beso o nos besamos.
Quién no ha seguido por tiempo indefinido, no teniendo nada claro en ese instante, excepto que no quiere despegarse. O quién, nervioso, fallo el primer intento y acabó repitiendo dos segundos más tarde, por acortar un poco más la lista conjunta de besos pendientes.
Quién no ha acabado de besarse y al separarse, inconscientemente, se ha llevado los dedos a la boca, para así poder creerse que es real eso que ha pasado. O quién no se ha quedado sonriendo vergonzoso, esperando que el otro lo recogiera, del abismo que se produce al separarse tras el primer beso.
Quién no ha evitado que la otra persona se alejes de él más de medio metro, dudando si repetir ahora mismo, sería demasiado pronto. Quién no ha suplicado, al menos una vez, que ese instante se repita una ocasión más. Quién no se ha levantado cobarde pero codicioso y se ha dicho a sí mismo; ¡Ya hemos esperado demasiado tiempo! Quién no se ha preguntado una vez, ¿Hoy es el día en el que nos besamos?
