Cicatriz invisible

14 de Septiembre, 2020

Tengo un problema, y aunque es muy sencillo de explicar, siempre me da vergüenza hablar de ello. Lo tengo desde hace tiempo, y nunca dije nada, pero quizá haya llegado el momento de confesártelo. Al final, te vas a enterar tarde o temprano.

Sé que no lo harás, pero antes de abrirme de par en par y de decirte nada, necesito que me prometas una cosa, y que la cumplas siempre. Necesito que me sigas mirando con los mismos ojos, como si lo que te cuente no sea nada extraño, como si te estuviera explicando lo que haré el próximo domingo, como si lo que te diga lo supieras desde siempre y no te haya importado.

Lo sé, parece estúpido, pero necesito que me lo prometas.

                                                                          L _ _ _ _ _ _ _ _

¡Gracias!

Verás, se trata de que tengo una cicatriz invisible, y no puedo decirte exactamente ni donde está, ni lo que mide, ¡pero está!, y lo sé porque la siento a veces cerca del pecho cuando me entrecorta la respiración y parece que me ahoga. Lo sé, porque a veces se refleja en las lágrimas que mis ojos dejan escapar en mis noches tristes. Lo sé por todas las veces que recompongo mis ilusiones rotas, por todas las veces que mis sueños recibieron un "jamás lo conseguirás".

A veces parece que desaparece durante un tiempo, pero sin darte cuenta, ella resurge de la nada y se queda clavada allí donde le place. En mis piernas, dejándome inmóvil por un instante, en mi boca haciéndome tartamudear, en mis manos temblorosas ante lo que pueda venir en el siguiente instante, en mi mente, haciéndome creer que las ideas de los otros en bucle, son la realidad.

Sí, tengo una cicatriz invisible, inquieta, esdrújula, escurridiza, que ha llegado a aparecerse en el reflejo de mi espejo de tanto que otros insisten en que ahí está.

No duele siempre, y por eso a quien le pregunto me dice que me olvide y que no será nada grave si no me duele a cada instante. Que no le dé muchas vueltas, y siga con mi vida normal. Pero yo no puedo, no entiendo como alguien podría vivir sabiendo que tiene una cicatriz invisible, y no hacer nada.

Así que he llegado hasta ti, en busca de una solución para mi problema, deseando una fórmula mágica que seguramente no existe. Esperando en el fondo, que me ayudes, porque ya no puedo más.

¿Me ayudarás?

No hace falta que me respondas, porque llegado a este punto de confesiones necesito decirte también, que de un tiempo a esta parte no puedo evitar no pensar que quizá esa cicatriz invisible no esté en mí, y sí en la mente de los que me miran.

¿Y sabes qué? Justo en ese instante, deja de doler.