De gatillo fácil
1 de Febrero, 2022
Sí, lo admito, ¡soy de gatillo fácil!
Irremediablemente, sin importar donde esté, con cierta regularidad acabo disparando.
Podríamos decir, que se trata de un disparo variable, delicado y sutil, pero igualmente sucede tan a quemarropa, que uno nunca sale ileso. A veces solo te roza por encima de la ropa, otras penetra hasta al fondo, allá donde un proyectil nunca llegó jamás.
Hay días, que voy con el tambor cargado y el disparador candente, y sin poder rehuir algo tan obvio, vacío una tras una las balas, hasta que los casquillos son recuerdos, y el humo se desvanece en el disparador.
Como os decía, de una forma súbita, indolora, y extrañamente efímera, siempre me sucede lo mismo, no importa donde esté, ni si estoy solo o en compañía, tan solo ocurre, así sin más. Y porqué no decirlo, he aprendido a amarlo.

Sí, lo admito, ¡soy de gatillo fácil, y siempre me enamoro al primer disparo!
Breve, muy breve, de cosas que no tienen relación unas con otras, de algunas que parecen un sinsentido, de otras que solo yo entiendo, de muchas que solo duran un instante.
De una niña que juega al veo veo con su madre, de un anciano a punto de cruzar la calle, de un abrazo, de unos ojos que te miran curiosos, de una conversación. De una mano que delicadamente busca otra, de los paraguas que chocan, del viento travieso que juega a hacer de las suyas, de un amanecer, de una puesta de sol. De la última canción que ha sonado, de una película, de una imagen, de un café, de una frase, de un adiós.
De la complicidad, del esfuerzo, del orgullo, de un momento que trasciende, de un beso, ¡como me encanta disparar a los besos!
De preguntas sin respuestas, de respuestas sin pregunta, de la ternura, del cariño, de la infancia, de la madurez, del amor. De los sueños que se cumplen, sean tuyos o de otros, de las lágrimas que curan, de los suspiros que acaban en sonrisa, de las sorpresas que llegan de sopetón. De la comida, de la familia, de un viaje, de la primera vez que descubres algo, de un baño en el mar, de encontrarse entre tanto cardo una flor. De la amistad, del olor del pan recién hecho, de un buen libro, de bailar, de no querer salir de la cama cuando hace frío, de todas y cada una de las fantasías, que cada uno tenemos en nuestro interior.

Sí, lo reconozco, ¡soy de gatillo fácil, y siempre me enamoro al primer disparo!, pero también soy muy consciente, de que no soy el único. Hay muchos como yo, que conformamos sin saberlo un ejército silencioso. A veces nos cruzamos por la calle, nos reconocemos, nos sonreímos, y sin más, seguimos hacia adelante. Ahí quizá gastemos nuestra primera bala del día, o tal vez ya llevemos unas cuantas, eso solo uno mismo puede saberlo, eso en realidad no importa.
Quizá, tú también seas reclutado en algún momento, así que no temas si se te pone la piel de punta, te descubres sonriendo al girar la esquina, o al acabar el día, estirado sobre tu cama, no puedes dejar de pensar en ese instante en concreto.
Simplemente, ¡Disfrútalo!