Fase Rem
3 de Septiembre, 18
- Es normal que estés algo aturdida, todo está a oscuras y hay que acostumbrarse a los viajes en el espacio-tiempo. Pero no te preocupes, date un segundo e intenta sentir la música.
Where I left - Emily Rubye
- ¿La oyes ahora?, ¡tranquila!, si en algún momento dejas de escucharla siempre podemos volver a este punto.
- Ya casi estamos, tan solo unos pasos más. Cerca de donde sale esa luz tenue. Justo aquí, perfecto. ¡Ahora mira!

El silencio se hizo por un segundo eterno.
- ¡Si, tienes razón!, la imagen es desoladora y a mí también me cuesta mantener el aliento, y tengo algo clavado a fuego en el centro del pecho que se va haciendo más y más grande. Pero no puedo hacer nada para cambiarla. Soy simplemente un espectador más en esta secuencia. Mirando el llanto pueril, desconsolado, a través de unos cristales ahumados. Al igual que tú ahora.
- Borja no nos ve, tranquila. El sigue estirado sobre la cama, inerte, como caído a plomo, conteniendo su desaliento con la respiración entrecortada, y la congoja en el pecho. Llorando al igual que un niño, con las penas incontrolables agolpándose en el recuerdo. Sintiéndose culpable y herido a partes iguales, y por más que lleva horas llorando, exhausto no encuentra la forma de revertir todo esto.
- La situación le supera de tal forma que duda de si existe ya en su propia sombra. No encuentra explicación razonablemente justa y la incertidumbre, y la desconfianza, hacen tambalear su propia estructura. Se siente solo, esa soledad que te va haciendo cada vez más pequeño, y por instantes, a cada golpe de manecilla, se va quedando sin fuerzas para nada más que para seguir llorando.

- Hace días que no suena el teléfono y hace más que perdió el apetito. A veces se levanta haciendo un esfuerzo hercúleo y se lava la cara, pero la imagen que le devuelve el espejo es tan triste, y le trae tal cantidad de cosas a la memoria, que enseguida las lágrimas renacen y vuelve a la cama. Ya no sé cómo ayudarlo, probé todo cuanto tenía en mis manos, incluso cambie de música, pero tan solo retardaba la agonía, y la hacía volver aun con más fuerza. ¡Estoy desesperado!
- Sí, lo sé, a mí también me gustaría acercarme y abrazarlo sin vacilación alguna, simplemente para preservarlo de los miedos y los sollozos, mientras recompone el ánimo descolorido, ese que le mantiene como un ovillo abrazado a la almohada, intentando que no respire. Pero no puedo, como te dije no puedo acercarme, ni tú tampoco. Quizás ni siquiera deberíamos estar aquí. Pero estoy, estamos, y el panorama encoje el alma y la destroza a cada segundo que pasa. ¿Verdad?
- ¿Porque das un paso para atrás y te das la vuelta?, ¿no quieres mirar más?, ¿acaso la lastima se está apoderando de ti?
- ¡No tengas miedo! Son solo lágrimas. Seguramente todo el mundo ha vivido algo así por culpa de una despedida de esas que son eternas. Puede que incluso tú misma.
- Sí, te entiendo. Sé que estas enfadada por compartir esta historia contigo, pero no fue a propósito. Lo prometo. Aunque quizás podamos aprender algo de todo esto, ¿No te parece? Porque la vida no es perfecta y hay días de todo, incluso de esos que es imposible ayudar a alguien, aunque sepas que está atrapado en esa hendidura minúscula, del tamaño de un agujero negro.
- ¡De acuerdo vayámonos! Te garantizo que el próximo viaje será mucho más alegre.
La canción siguió sonando a medida que nos alejábamos. De hecho yo aún hay días, que puedo seguir escuchándola atrapada en mi cabeza.