Garaje para unicornios

25 de Noviembre, 2017

Se necesita garaje con pista de despegue para caballos alados y un gran bosque verde alrededor. A poder ser inhóspito y de arquitectura rústica. Con un estanque natural, de agua cristalina, donde se reflejen las estrellas en la noche y por las mañanas, no haga mucho calor. En el que desconectar solo te lleve un par de minutos. Donde remojar los pies y pausar el tiempo. Donde despertar tranquila y acostarme al lado de un fuego que tranquilice. Porque siendo sincera, no hay prisa en este sitio maravilloso, cuando sale el sol.

Se precisa, por un periodo indeterminado, porque el tiempo es relativo y varia, según la propia percepción. Para que negarlo, el mio, siempre desajustado, eternamente en discordancia con las agujas del reloj. Cerca de Badalona, mi ciudad-pueblo, protegido entre acantilados, con vistas al mar y si está a buen precio, mejor que mejor. Siempre con la puerta cerrada, pero la ventana entreabierta. No quiero negarme oportunidades, no deseo tampoco que a lo más profundo de mi garaje, entre nadie al que no pueda regalarle más tarde un perdón.

Se compra unicornio, no importa el color. Ni muy grande, ni muy pequeño, tamaño justo. Al que le encanten las "niñas" que nunca quisieron ser princesas de cuentos de hadas. Que relinche nada más verme y solo me haga caso a mi; y si me duermo, yazca su cabeza en mi regazo y se quede dormido, compartiendo los sueños rebeldes, aquellos en los que no existe congoja, ni temor. Y si hace falta, me proteja con su vida, pintando los días en colores arcoiris; cuando los rayos del sol atraviesen las pequeñas gotas tristes, en mi espectro visible frente al espejo, por refracción.

Se intercambia por otra cosa, si da pereza ponerlo a la venta. Pero es importante que no se desinfle si se pincha, que no se deshaga cuando llueva, al igual que si estuviera hecho de cartón. Que me cure, si me roza en una caricia las heridas más profundas, aquellas que causan, que el alma se rompa en mil pedazos, y que por más que sanen, siempre van dejando un rastro de profundo dolor. Que me lleve volando instantáneamente a los sitios que más me gustan, sin tener que decirle nada, porque es una parte de mi misma y sin el ya no sería yo.

Se busca novio que no lleve armadura de príncipe de azul. Importando poco el tono en el que aparezca, el pretexto, el motivo o la ocasión. Que no escriba fabulas, ni me cuente historias, que venga a sumar sin perfecciones, tan solo, convirtiendo nuestro cariño en su bastión. Con quien tener un par de hijos de esos que hacen de cada foto, un instante de película. Amante de dibujar sonrisas, de las caricias furtivas, de los sueños cimentados a medias, de los besos que se encierran en el colchón.

Se averigua la posibilidad de que funcione y también de que si no va bien, sea capaz de ayudarme a girar el rumbo, poniendo las ilusiones a proa, lanzando el desanimo por la cubierta de babor. Siendo esencial que no riegue nuestro árbol con silencios y que no tenga pánico, mientras quede tanto en el mundo, "por vivir, por sentir", porque la vida, no corrige nunca el rumbo. Abanderando en su corazón tan solo tres palabras; amiga, respeto y amor.

Se tantea la posibilidad de tener esas tres cosas, pero si no las encuentro, prefiero estar sola. Esa soledad que me mantiene rodeada de tanta gente que me quiere, y me permite descubrir en realidad y al tiempo, lo que quiero y lo que soy.