La conquista de los pies fríos
27 de Marzo, 2021
No era una noche especial salvo porque era la primera, ambos se miraron nerviosos antes de sacarse la última prenda, aquella tan ínfima, que cuando toca el suelo el escalofrío besa. Y de un salto, se me guarecieron bajo las sabanas esperando encontrar respuestas, abriéndose paso tímidamente, pensando que jamás serán bien recibidos allí donde no se les espera.
Ambos deambulaban entre las sabanas, temblorosos, ante las dudas del pasado y sus reminiscencias. Los reproches que tantas noches recibieron, el rechazo, la soledad acompañada de mi par y su pareja. Y asustados, se desperezaron de su propio cuerpo de gusano, deseosos de encontrar calor al otro lado del invierno meridiano que separa invisible mi frontera y su frontera.

Sutilmente, se arrastran como si fueran avanzando entre trincheras, a oscuras, a tientas, a ciegas. Procurando salir ilesos de la tierra de nadie, aquella que queda repartida por igual a ambos lados de la linde, y que mide la distancia exacta entre nuestras piernas.
A punto de alcanzar la meta, aguantan la respiración y tocan y reculan la distancia exacta para evaluar el daño recibido, y su sentencia. Al ver que no hay dolor, ni tampoco herida, se vuelven con mimo pausado al lugar de procedencia, y allí junto a los suyos, arrancamos el verano y después las primaveras.
Al final de toda esta breve historia, la conquista de los pies fríos le termino gustando más de lo que pensó, y ahora es ella quien busca cada noche los míos con delicadeza.