La teoría del paréntesis
11 de Noviembre, 2022
Existe una teoría que dice que tú puedes poner un paréntesis en
cualquier lugar, y en cualquier momento, y que lo único necesario
para que funcione es solo desearlo.
Al principio hace falta practicar, ¡no es nada fácil! Los paréntesis tienen un principio, uno que no es sencillo de ver, y que aunque identificaras, no siempre uno llega a tiempo. Los principios aparecen de la nada, como las estrellas fugaces, y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, como un copo de nieve perfecto antes de tocar el suelo, como el silencio en una biblioteca.

A veces pasan tan fugaces ante tus ojos que cuando quieres darte cuenta solo te da tiempo a poner el cierre, y tú, lo pones a toda prisa como intentando guardar ese instante. Pero no siempre funciona, pues hay oportunidades que son únicas y no dan opción a rebobinar. Sin embargo, también es cierto, que excepcionalmente poner solo el último signo activa también el primero, aunque llegues tarde, aunque parezca imposible, este, queda grabado como si hubieras apretado el botón del rec en el momento preciso, como si una maquina del tiempo te diera una segunda oportunidad, como si el pasado se condensara justo en ese instante.
Imprevisible, sacudiéndote por tierra, mar o aire, al aguantar la mirada, o al decir un adiós. Llenos de protagonistas, o de secundarios, o incluso vacíos, simplemente multiplicando la suma de mi soledad y yo. Eternos en pocos segundos, por turnos o de golpe. Caseros, viajeros, pacientes, caminantes. Tranquilos, enérgicos, por siempre, prisioneros de la ensoñación.
Los paréntesis son material sensible, pues reciclan la mirada cada vez que empieza uno nuevo, haciendo que la verdad sea así de simple. Te hacen ser un poco mas tú, aunque ya lo hayas olvidado, y te sacuden un poquito a ese mundo paralelo que siempre anda a una decisión de distancia, conviviendo con nosotros en el mismo espacio-tiempo, esperando el instante exacto para regalarnos un desinteresado acto de amor.

A ellos no se les puede buscar, porque son súbitos, ni tampoco debes preguntarles cuanto queda, ni tampoco el porque aparecieron, tan solo se toman de la mano, se viven como si fueran siempre un primer acto, y se espera el próximo salto de guión. Luego se retiran, a veces sin despedirse, con memoria, pero sin rencor. Luego simplemente ya no están.
Así son ellos, dueños del tiempo, conteniéndolo por un soplo, transformándolo para siempre.
¿Y tú, dónde jamás repetirás tu próximo paréntesis?