La tormenta perfecta
19 de Febrero, 2023
Todo anunciaba la tormenta perfecta, aunque no supimos verlo. La mañana tranquila había dado paso a esa falsa calma que fue un impacto a los cimientos. La excursión, las vistas, la conversación, el momento, la suma de todas hablando en los silencios. Las miradas desnudando la mente, al mismo tiempo el cuerpo. Las ganas disimulando en las caricias el próximo movimiento. La sutileza perdiendo altura, los cuerpos ardiendo por dentro.
- ¿Sabes de qué tengo ganas?
- Ni idea. Dice mi boca, mientras la sonrisa deja la verdad al descubierto.
- ¿Buscamos un lugar más privado?
- Sí, eso me parecería un acierto.
Me agarras la mano, las ganas, los miedos. Volamos montaña abajo, buscando un oasis en el desierto. Recuerdo como me has follado la mente durante el día, y como ahora quieres hacer lo mismo con el cuerpo. Te frenas, me aprietas contra tu cintura, calmas mi sed de ti con un beso.
- ¡Aquí no!, sigamos bajando, tal vez en el próximo sendero.
Lo prohibido, lo publico, "lo deshonesto", mezclándose en el alambre, excitando el apetito erótico de lo nuestro.
- ¡Justo aquí!, metámonos unos metros más adentro.

Las ramas son refugio para ese amor de callejón, que habla del instinto y no de donde salir ileso. Sin leyes todo es más fácil, o más difícil, tan solo depende de ser sincero. Sincero con lo que sientes, con lo que quieres, sin ponerle riendas al impulso del deseo. Mi mente explotando, la tuya tomando el control desde hace tiempo. Parte de mi ropa se desvanece entre la maleza, mientras tu boca me convierte en prisionero.
-¡Relájate, el truco está en dejarse llevar por el momento!
Bailan los apetitos "asalvajados", acompasando los latidos a los movimientos. A cámara lenta borras mi incertidumbre, dibujando pequeños infinitos en mi sección al descubierto.
- ¡Si me sacas de mis casillas, puede que aquí se acabe el juego!
Tú haces caso omiso, derrumbando las defensas de mi no quiero. Contorsionismo puro, latiendo a quemarropa hasta llegar al final de la cuenta a cero.
- ¡Quiero comerte!, te susurran mis anhelos.
Cambian las tornas, y pasamos de que tú me quites las ganas, a que yo te quite la ropa a besos. Mi lengua jugando al escondite entre los recovecos de tu cuerpo. Los labios, que ya se conocen desde hace tiempo, te aspiran los suspiros, atrapándolos por cientos.
- ¡Ahora no se te ocurra parar, o te mato enviándote al infierno!
El metrónomo se desajusta, pues la cadencia de este baile, la define una sinhueso. Envió un explorador, que va como anillo al dedo, mientras, sin poder evitarlo, el caos se apodera de tu cuerpo.
- En este preciso instante necesito sentirte dentro.

Tentamos a la suerte, y olvidamos para siempre lo que se supone políticamente correcto. Redefinimos nuestro algoritmo, poniendo las almas al servicio de este presentimiento. Nos vendamos los ojos, pues ven mucho más allá que un pensamiento ciego, y regamos nuestras ansias, que a la altura del fin, acabarán floreciendo.
Buscamos el equilibrio, improvisando lo que no sabemos, fluimos sin miedo, renovando nuestros acuerdos, nos dejamos llevar, reprimir un sentimiento en una absoluta perdida de tiempo.
La dimensión paralela transita ajena, a unos cuantos arbustos de donde nos escondemos. El calor ardiendo en el bosque, a pesar de estar en pleno mes de febrero. Los diluvios llegan desacompasados y las ganas de vivirnos atropelladas, pero eso en realidad no importa, porque en esta competición (como dice Marwan) solo se trata de que empatemos.
Las bocas ponen el punto final en un solo trazo, a la poca ropa, el placer, la memoria, el fuego, a la tormenta perfecta que apareció de la nada, y que los dos llevábamos dentro. Despidiendo sutilmente las pasiones, eligiendo cada día, para siempre, y contigo, estos momentos.