Las cosas que no se olvidan
10 de Mayo, 2020
Quizá ella llegó a mi vida para recordarme que hay cosas que no se olvidan.
Con ese truco tan sutil de dejarte vacío en las despedidas, y de hacerse presente de la nada, con esos silencios que empujan de un golpe los recuerdos contra tus pies. Con esos adioses en los que uno nunca se marcha, y esos momentos compartidos con el corazón viviendo en el vértigo, que por siempre a uno le gravitan.
Tal vez, yo antes de eso no sabía darme cuenta de que de una presencia áspera, puede esconder un amor elástico, ni de que en realidad los dos, éramos el resultado de muchas más cosas que un nombre, una idea, las cosas que nos contamos.
Tal vez, yo tuve un golpe de suerte, una oleada, una de esas que nunca dan tregua. Esas que dejan la valentía y los miedos atrapados en un paisaje de esos que liman tus vidrios rotos, y que con el tiempo cicatrizan.
Quizá ella apareció en mi vida para recordarme las cosas que no he de olvidar.

Pero en vez de liaros, ¿Qué tal si empiezo por el principio?
Lo nuestro era un amor verdadero, de esos que te hacen pintar la vida, llorar aunque te escueza, y de los que te dicen ¡Recuerda que querer siempre es lo primero, nunca lo último!, ¡Recuerda! De esos que no te aconsejan quedarte en punto muerto, que el tiempo pasa y tú decides si lo aprovechas. De esos locos, que cuando se rompen dejan durante mucho tiempo su huella en la arena, de esos que admiran tus costuras, que hacen que te pierdas, y no son malos incluso ni aunque te excedas.
Esos que llegan para quedarse a soplar todas las velas, a poner el corazón del revés, a ayudarte a remar cuando se pone el viento en contra y por supuesto a compartir letras y poemas. Aquellos que te dejan la cara de tonto, atrapada en un "te extraño", buceando en las profundidades de las emociones, resucitando al salir de ellas.
Un lugar donde tropezarse, donde pedirse perdón a uno mismo, donde tus errores son solo vistos como una oportunidad a los que toca darles la vuelta. Uno que invita a bailar con las farolas de noche. Uno donde las respuestas no llegan siempre de donde las esperas, aquel en el que lo único importante es averiguar... ¿de qué vamos a enamorarnos esta noche de luna llena?

¿Y si ahora os cuento el final?
Hace días que tenia una cita, una a la que obviamente, confinado, no pude llegar.
Así que el otro día, deseoso de salir corriendo a abrazarla, bajé las escaleras de cinco en cinco. Recorrí los kilómetros que nos separan volando. Me detuve antes de doblar la esquina Aguanté el aliento. Di tres pasos, y la miré en la distancia antes de volver a salir a por ella. La abracé olvidando de golpe las cosas que no me definen; mis likes, mis errores, mi trabajo, la talla de ese pantalón que me aprieta.
Y allí atrapado en un abrazo de esperanza ciega, como la primera vez, firmamos de nuevo nuestro pacto, ese que definió tan bien Elvira Sastre: "A ti, podría decirte que para mi cualquier lugar es casa, si eres tu quien abre la puerta".
Así que sí, aunque llegué un poco tarde, llegué. Y allí en ese silencio aprendí, que quizá ella haya llegado a mi vida para que no me descuide de las cosas verdaderamente importantes.
¡Ojala que no sea en la próxima tampoco!
Yo y ella (la playa, el mar...y sus palmeras).