No vas a creerlo
27 de Octubre, 2019
The silence of your heart - Paolo Fresu, Dino Rubino, Marco Bardoscia
No vas a creerlo...
No vas a creerlo, pero hace días que aguanto mis ganas de decirte que te echo de menos.
Las tengo cautivas en el hueco que queda entre las lágrimas que no quiero derramar, los recuerdos de las cosas que jamás volveremos a hacer, y esa puerta que permanece entreabierta y me niego a cerrar, porque sé que una vez cicatrice no querré volver a tatuarme tu nombre en mi piel.
Te echo de menos, aunque quiera encubrir todos los indicios. Pero de forma innegable me delata tu presencia "intermitente" en mi mente, mientras la soledad acomete imparable su lucha sobre mi cama.
A suspiros, recuento tus pecas como si estuviera intentando aprenderme de memoria un mapa, pretendiendo evitar así que el tiempo sea amnesia. Mientras, mi corazón testarudo no se rinde ante la idea de no verte, no para de escribirte, y temblequea ante la imagen de una vida sin ti.

No vas a creerlo...
No vas a creerlo, pero te echo de menos, y lo sé porque cuando me muevo en el letargo te descubro a mi lado, a esa distancia precisa para que tu olor se infiltre entre mi ropa, a ese estirón de brazo en el que nunca llego a agarrarte, a ese último beso que mis labios rememoran glacial.
Lo sé, porque en los ensueños apareces felicidad apunto de abordarme la sonrisa en instantes sin importancia, a punto de ser el reflejo en el espejo que me abraza en otros que exclusivamente serán por siempre nuestros. Lo sé, porque te revelas nostalgia casi todos los días.
Pienso en que quise arriesgar las frases incompletas, y que por eso olvidé el primer ultimo te quiero entre los momentos en los que ansié inmolarme entre tu cama. Mientras tú, que no quisiste perder la cordura, tras tu periodo de prueba, partiste dejando tú anzuelo clavado en mi piel.
No vas a creerlo...
No vas a creerlo, pero te echo de menos, y mi vértigo en esa gestión del recuerdo, admite que el silencio convierte mi dolor en Troya, y que tu ropa siempre se ve más bonita esparcida en el suelo.
Llegados a este punto de la historia, debo confesarte que nadie; puede sobrevivir eternamente esperando un cómo y un cuando, mirando por la mirilla el pasado, confiando que en el próximo giro ames el desastre de este alma perenne, aguardando que desees una vida llena de cosas que no se venden.
Así que, ¡buena suerte! le digo a mi pasado roto. Mientras mi boca traicionera, que lo dijo hace un segundo con la boca pequeña, sigue deseando que la calles con un beso tuyo. Al tiempo que mi mente da un primer paso, dejando atrás el amor y sus vestigios, temiendo el camino que proyecta porque en sus inicios avanza con la pena ahogada, y con la sospecha de no regresar.
¡Buena suerte! le recito a mi castillo de arena derruido. De todo esto he aprendido, ¡de los ayeres no se levanta el futuro! Y en el "mañana" quizás anclará otra alma que no me dejará marchar.