Nómada

08 de Julio, 2018

Hoy voy a contarles la vida de un payaso de la calle, libre e irreverente, amante del arte callejero, de salir al ruedo, de no vivir por dinero y hacer feliz a la gente.

Hoy voy a contarles que un cruce sobre la plaza se declaró en rebeldía, y aprovechó para gritar a la fantasía, la importancia de volver al anonimato tras la gloria y el aplauso.

Hoy voy a contarles que vivir en la mágica duda de un show que no concluye, nunca fue tan valiente, como salir ante el cliente, y que tus errores absuelva.

Hoy voy a contarles que la cruel alabanza se va tal cual vino, mientras su búsqueda constante, transforma el deseo en riqueza, y su falta en inspiración.

Hoy voy a contarles que el corazón del artista baila en las caras de una misma moneda, que en aire se dirime entre la necesidad y el dilema, y que muere con la última ovación.

Hoy voy a contarles que en esa vida se entremezclan los deseos entre los juegos de manos, los viajes y los ensayos, la policía, el deseo, el cansancio y la necesidad.

Hoy voy a contarles que la calle se tiñe de gente, transformando una esquina en el escenario principal, y que la ropa discreta que guarda en su maleta, no responde a una razón casual.

Hoy voy a contarles la historia del arte que nace desinteresado sobre la acera para poder seguir con la vida, porque cuando el acto termina, se va por donde ha venido y raramente regresa.

Hoy voy a contarles que a veces los miedos también dudan si deben detener el tiempo, olvidar las risas y encontrar otro lugar.

Hoy voy a contarles que vive siempre rodeado de extraños que le buscan el fallo, y le juzgan por llevar como bandera la incerteza de la improvisación.

Hoy voy a contarles que la gorra espera impaciente su acto final, y egocéntrica recoge el último cumplido antes de dar la vuelta al ruedo, y volver al suelo llena de tristeza y de fracaso.

Hoy voy a contarles la historia de un don nadie fruto de la risa, del vivir sin prisa y que vive del aplauso. Un alma errante, un saltimbanqui, que vuelve a empezar la vida después de cada función.

Hoy voy a contarles que mientras se hace silencio y ustedes ya se están yendo, quedan sobre el escenario los bártulos agotados, el jolgorio y las sonrisas, la curiosidad y las prisas, mi soledad, y yo.