Par o impar

16 de Junio, 2020

Lumine - Ron Adelaar

"Hace falta muy poco para que todo dé un vuelco, y de repente, las cosas insignificantes, transcriban un nuevo lenguaje. Igual que la onda expansiva de una gota de agua sin darse cuenta lo cambia todo."


Ellos, ajenos al estudio de la jerga, convivían tranquilos entre las formulas naturales, sin plantearse siquiera que existiera diferencia alguna entre ellos. Pero los humanos, en su querer dominarlo todo, les pusieron apellidos, y sin saberlo iniciaron la más cruel de las contiendas. Cuyo origen se remonta a una palabra, encasillando sin querer los números en dos clases, haciéndoles olvidar por siempre su propia esencia.

Y aunque ellos al inicio no quisieron aceptarlo, se rindieron ante la supuesta evidencia de que existe incluso una lucha entre ellos en el amor, entre los me quiere y no me quiere, en todos y cada uno de los pétalos de las margaritas (Impares por cierto).

Abatidos, se enfrentaron convencidos de sus diferencias por mucho tiempo, olvidando en el fondo de la historia, que todos son solo una parte de lo mismo.

Unos, abanderados por el dos, el rey de los pares, clasificando a los demás en divisibles o indivisibles sin el moverse de su sitio, se creyeron redondos, perfectos, cuidadosos, estables, puros y apolíneos. Los otros siguiendo a ese uno egocéntrico que obliga a todos a multiplicarse por él, aunque en el fondo sigan siendo ellos mismos, se acomodaron en el caos, en la suerte, en la alegría, la despreocupación, y con el tiempo apartados de los otros, se fueron volviendo aún más místicos. Todos, enfrascados en sus ideas, dejando incluso al cero por momentos en el vacío.

En realidad, la incapacidad de perdonarse les volvió ciegos, aunque ambos pretendían exactamente algo muy parecido, Y a pesar de que les hicimos creer lo que jamás fueron, ese naufragio verbal, fue su final de todos sus instintos.

Pero, a pesar de que cuanto más dura un debate, más lejos estamos de concluirlo, la poesía, rebelde, alocada, y defensora incansable de todo lo perdido. Esa que no entiende a pesar de que algunos se empeñen, del lenguaje de los números, les dedicó este poema, porque ella siempre piensa que nunca es tarde para nacer de nuevo, y volver al principio.


Las formulas numéricas no fallan.

Ni pares, ni impares, ni números primos.

Las guerras absurdas se ganan siempre volviendo al principio.

Pues un beso son dos bocas.

Dos corazones sincronizados, un único latido.

El amor jamás divide.

Los números no tienen apellido

¡Que no os engañen!

Cinco dedos de una mano, entrelazados a otros cinco, 

caminando, siempre siguen un mismo sentido.


Relativamente matemático es:

Un abrazo, dos personas,

dibujando entrelazados la cuadratura de un círculo.

Construyendo un espacio para dos miradas.

Una sonrisa, provocando una sonrisa, es tener suerte, o dos suicidios

Cuatro estaciones, conformando un año.

Siete días, una semana.

Mientras coexisten los que cuentan décadas, 

y los que suman los instantes que han vivido.


Los números no entienden de contiendas.

Ni pares, ni impares, ni números primos.

Incluso aunque a veces nosotros tengamos nuestros favoritos.

La perfección del caos en el numero PI.

La inacabada belleza de los tréboles,

buscando fortuna sumando una hoja más a su camino.

La hipótesis plantea que:

Cuatro pies bajo un nórdico.

Una cama, dos personas, un incendio.

Cuatro "labios", un suspiro.

El día y la noche juntos por horas, en un solsticio.

El porvenir de la contradicción de dormir o no dormir,

que no se rinde a que encontremos en esta lucha su equilibrio.


Los números no saben de cruzadas.

Un dado convive en la incerteza de sus seis guarismos.

Los calcetines en si vivir juntos o separados.

Y un hogar, en si ser para dos, tres, cuatro o cinco.

Tampoco las letras ordenadas en un nombre,

todas conviviendo en perfecto equilibrio


La solución al problema es:

Unos valores satisfaciendo una ecuación.

Un si quiero, un silencio, cronometrándose en nervios, o en centímetros.

Un símbolo de igualdad.

La regla de Fibonacci en las margaritas.

El reflejo positivo del menos tres, que no es otro que su arquetipo.

Los números se manejan bien en los litigios.

Discuten, se alejan se encuentran.

Se mezclan nada más empezar,

llegando al final a un acuerdo, que ni ellos mismos esperaban al inicio.


Números, ¡olvidaros de guerras absurdas!

¿Qué tal si firmáis de cero un nuevo pacto, y lo lleváis al infinito?


Como decía; las formulas numéricas no fallan.

Ni pares, ni impares, ni números primos.

Las guerras absurdas se ganan siempre volviendo al principio.

Pues un beso siempre son dos bocas.

El único kilómetro cero para una vida compartida,

llena por cierto de domingos.

¿Importa si serán pares o impares?