Querer lo que tienes
10 de Febrero, 2018
No hay ejercicio tan sencillo y a la vez tan difícil como querer lo que tienes, valorando lo que hay, antes de que sea demasiado tarde. Por eso, hoy le escribo a todos aquellos osados que se dan cuenta y lo hacen, a aquellos que dentro de su desesperanza no se rinden y deciden dar un paso al frente, porque pase lo que pase, ya son vencedores.
Y es que en esta aventura de aprender a querer y a quererse, triunfa el faquir de la justa medida, el funambulista que se pasea entre el ser exigente y darse una tregua, el que ama de corazón, siempre, incluso cuando se equivoca. Porque aunque nos empeñemos en buscar la fórmula perfecta, la dicha es un acto de fe, y a veces toca volver atrás, empezar desde el sótano porque algo no salió como se quería, y emprender de nuevo el viaje dando el primer paso.
En un mundo como el de hoy, donde que se rinda el corazón está de moda y se hace difícil valorar la rutina de un sofá compartido, un beso de buenos días y una caricia cómplice. Es justo reconocer que hay seres distintos, capaces de viajar al kilómetro cero, allá donde nacen los miedos y las inseguridades y ser honestos consigo mismos, reconocer que son humanos y se equivocan, y amar de nuevo sabiendo que eres distinto al de ayer y que a veces no se te dará bien.

No, simplemente por la sencilla razón de que la vida son solo momento que acumulamos y colocamos como podemos en nuestro puzzle, haciéndolos encajar con mayor o peor fortuna y porque la serenidad, el valor y la sabiduría no siempre van entrelazados, sino que a veces prefieren bailar solos o con otras parejas. Así que si lo piensas bien, ante la dificultad última de hacer encajar todas las piezas en esta aventura utópica a la que cualquier mortal se enfrenta cada día. Todo se transforma en algo más sencillo, cuando quien aprieta tu mano decidió quedarse en la destemplanza y recoger tus lágrimas glaciales con el calor de un abrazo
Por eso, a ti, si me escuchas, te digo que no hay ejercicio sencillamente más difícil que el de querer lo que tienes, que lo único cierto es que el futuro termina dando la razón a los sentimientos y que la realidad siempre suena mejor en la boca de otros o escrita, que en la vida misma.
Por eso, a ti, si me escuchas, te digo: no te rindas y haz que merezca la pena.