Sa Menorca
19 de Agosto, 2017
De repente se sucede un viaje atragantado que no te da tiempo a pensar en si la decisión es correcta antes de verte sentado en el asiento del avión. Que te sorprende a cada instante, que te enmudece, te llena, te sorprende, te carga el corazón de energía y te pone en el camino gente que no conocías que te emociona, te intriga y con la que te gustaría compartir una copa olvidando que el tiempo sigue corriendo en el reloj.
Un viaje lleno de aventuras, de playas perdidas, de nuevos amigos, de aventuras que empiezan con un sencillo ¿Que hacemos hoy? De "noies" preciosas, de joyas, de vivamos la vida fluyendo, de amigos incondicionales que nunca te dejan solo, de excursiones que curan heridas palabra a palabra dentro de una larga conversación. De un sentirse en casa a cientos de kilómetros, de bocatas que te salvan la vida en noches que no acaban nunca y torpeces que encandilan, por ser reales y naturales, al mas encorsetado corazón.

En los que entras en casas ajenas que te parecen propias por que desprenden tan buena energía que solo pueden ser el prólogo de algo aun más bueno. Casas de gente que podrían dormir eternamente, que baila contigo la próxima canción, que se preocupa por enseñarte sitios que no conoces, que trabajan incansables pero encuentran un hueco enorme y hacen vida contigo siempre que tienen la ocasión. De cenas que no quieres que acaben nunca, llenas de conexiones, reflexiones profundas y que saben a poco, porque estaban tan buenas que teníamos que haber puesto de todo el doble, incluido de arroz.
Días de calas con jirafas y elefantes, con tatuajes que se desnudan y te regalan carcajadas con unos y con otros y que inevitablemente despiertan tu curiosidad y tu imaginación. De buceos submarinos accidentados, de timbas, de nombres abreviados, de paseos efímeros por las "Rias baixas", "alvariño", "pulpo a feira", pan con tomate y lacón. Después de esperar a cenar por dos horas, perdonad que no me resista pero; Ese último pedazo de tarta de santiago me lo como yo.

Salgamos a correr para dejar atrás los recuerdos que te trae la isla, llévame al faro que oriente mis sueños futuros y veamos allá la próxima puesta de sol. Si el próximo mosquito me chupa algo mas de sangre te juro que lo mato en tu frente, aunque corra el riesgo de hacerte un chichón. El ruido de la calle entra antes que la luz en la habitación del piso inferior, son siempre las ocho y media pero con el triatleta no salgo que me da miedo, si disfruta de todo como del instante en la plaza, yo quiero ser justo así, cuando sea mayor.
Un viaje de experiencias y cartas astrales, que nos explican nuestras vidas y nuestros miedos, de jaleos en los que se pierden los temores y se suben al lomo de un caballo en Alaior. De birras y mas birras, de baños nocturnos entre plancton y perseidas, vida regálame una noche más aquí, una que dure eternamente, "solos" la playa, la luna y mi imaginación. Que pena da comenzar la cuenta atrás y marcharse cuando sabes que no hay ningún sitio en el mundo donde podrías estar mejor.
