Salvajes
03 de Marzo, 2018
Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes, abrir la puerta y no esperar al pistoletazo de salida para perder el control a cada instante. Jugar al juego en el que te escondes entre las sabanas, y yo, sin ni siquiera darle tiempo al reloj para qué empiece la cuenta atrás, ya comienzo a buscarte. Ese pasatiempo de cuando todo nunca es suficiente y te prometo que esta vez jugaré con reglas, mientras mis dedos deciden que todo vale, y acaban arrancando tu ropa para no dejar que nada ni nadie nos pare.

Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes, acariciar tu espalda, apartar tu pelo, besar tu cuello y morder tu cuerpo como si llevara una vida entera en huelga de hambre. Mientras de reojo miramos el cartel sobre tu cama que reza, prohibido pensar en este instante, discurrimos maneras de darnos placer el uno al otro, y tratamos de no dejar en la imaginación, ni uno solo de los instintos naturales. Soñar que todo da igual, menos tu y yo en este momento y hasta la piel nos sobra y ya no sé como agarrarte.
Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes. Hacer como que nos acercarnos poco a poco para después en una pirueta acelerada, te abalances e inicies esa cruzada de besos prohibidos, donde el colchón solo entiende de am(arte). Desear que la noche se alargue lenta e incansable y la luna, cómplice de nuestro entretenimiento, nos vea cometer juntos todos los pecados capitales. Creer que el tiempo siempre es poco y por lo tanto no deseas que se acabe, donde el alba, solo es nuestro particular punto y aparte.
Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes, deprisa, pero con tiempo suficiente para contar una a una cada una de tus pecas y lunares. Mientras tus labios veloces y aventureros agotan sus ganas de descubrir rincones a los que nunca llego nadie. Exhibir nuestra naturaleza como si fuéramos animales, bendiciendo cada una de las razones casuales, justo en ese segundo en el que todo está ya perdido y ni siquiera el ciclón final convulso nos separe.

Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes, mientras mi memoria recuerda con precisión donde están cada uno de tus puntos cardinales, tus manos expertas desmontan en una caricia las defensas de mi baluarte. Y me propones quedarnos dormidos, congelados, reflejando en las miradas que siempre me ha importado más lo que eres, lo que piensas, lo que haces, esperando que las luces del nuevo amanecer nos amparen.
Que gran placer no darte tiempo a reaccionar y ser salvajes. No esperar a que cierres la puerta, aguantar la respiración y no dejar que se rocen nuestras dermis porque si no, ya da igual, y nos sirve en cualquier parte.