San Juan
2 de Juliol, 2018
Es un tiempo afortunado para los soñadores, los amantes de los detalles pequeños y los que sospechan que todo puede ocurrir. Un día de tomar decisiones fáciles, para ser adicto a uno mismo y redescubrir el gusto de quererse y de dejarse sentir. La noche de la que uno nunca se borra, en la que no pesan las letras pasadas ni los echar de menos, y se queman los miedos que ya no podemos fingir.
Es esa hora en la que bailar bajo la lluvia de estrellas, sin reglas, solo intentando averiguar si mi cansancio ha aprendido a sonreír. El minuto que hace la vida más sencilla, porque el caminó me descubre que la soledad es solo un temor del que casi nadie consigue huir. Es el instante en que me tiemblan las piernas y me siento en la distancia un poco más cerca de ti.

Es el segundo perfecto que me dice que no habrá nunca nada mejor para elegir. Es la mecha que arde los pasos que me acercan al mañana que pensé que podría conseguir. Son los sueños que nos despiertan cuando queremos seguir viviendo y ya no podemos dormir. Es el destino que con más o menos suerte, nos hace caer, levantar y volver a seguir. Es la inconsciencia de las medias verdades que nos hacen únicos, son cada una de las mariposas que están por venir.
Es el avanzar despacio, tranquilo, con miedo, pero ir. Es la aventura del fin de semana, los saltos al vacío, los abrazos que no pides, el cariño que no se puede fingir. Es la frambuesa del último Gin Tonic, el alcohol que se perdió de la cerveza que no sube, las amistades que te configuran y que te quieren tal cual eres, es la adivinanza que te plantea cada día la vida y cuya respuesta tú debes descubrir.
Es la amistad, con letras mayúsculas, que nunca abandona el barco, ni siquiera cuando este se va a hundir. Es el papel que se quema y en el humo abandona los miedos, las tristezas y el pasado. Es la ilusión que te cambia de sitio los deseos, los sueños y las metas, y te abre la puerta a millones de nuevas posibilidades que están por surgir.

Es la compañía, porque no se trata de un momento sino de un nosotros, que se compone de miles de historias, y de guiones que están por reescribir. Es el suspiro que encuentra la tranquilidad y me recuerda, que he decidido que sois mi familia, no renunciar a un vosotros, mientras vivo en el alambre intentando seguir siendo feliz.