Vivir

11 de Septiembre, 18

Ayer viví un momento de esos mágicos, que uno quiere disfrutar siempre a cámara lenta. Como aquel que encuentra un tesoro efímero, y sabe que si no se da prisa acabará por desaparecer.

Eki, digamos que era su nombre, preguntaba con la duda inquieta, y los ojos bien despiertos, cuando volverían a casa. Y el padre, ávido de dar respuesta pero sin entender exactamente la pregunta, replicó: ¿A qué casa? ¿A Barcelona? ¡Pero si acabamos de llegar!

Eki viviendo en su cabeza la duda gigante, de quien ve las cuestiones a resolver como algo de vida o muerte, no pudo reprimir una pregunta aún más concreta, y dijo: ¿Y si cuando volvamos no hay casa?

El padre armado de toda la sensatez que pudo, e interpretando que la pregunta era desde el miedo y no desde el saber, en su adultez, respondió: Pues dormiremos debajo de un puente.

Acto seguido, la inconformidad inundó a Eki que no entendía la lógica que te dan los años, esos que a medida que pasan te borran la inocencia casi sin que te des cuenta. Y volvió a preguntar: ¿y si cuando volvamos no hay casa, ni hay puente?

El padre buscó la mejor de las respuestas pero al no encontrarla se hizo un silencio infinito, el cual, yo quise aprovechar para intervenir. Y lo hice para mis adentros, con ese ansia infantil que a veces me invade, y respondí a Eki en mi cabeza: Pues tendremos que construir juntos algo donde dormir esta noche ¿No te parece?, ¿porque tú sabes construir cosas verdad?

Quizás tan solo es una anécdota estúpida, quizás solo únicamente yo la entienda, y le encuentre el significado de aquellas cosas perdidas que nunca jamás volverán. De aquellas dudas infinitas, que se reciclan cada cinco segundos en un nuevo "y si", diferente al anterior, y al mismo tiempo igual, porque no se trata de descubrir la respuesta correcta, sino tan sólo de no rendirse en el intento de encontrarla. Porque lo importante no es donde está el final, o si es lógico, sino la aventura de entender el mundo con las posibilidades abiertas a todo, con las ganas de quien observa algo por primera vez.

Porque no se trata de miedo, de ganas, o de comprender al cien por cien el mundo, sino de ser un aventurero más de la vida que aún está por llegar. Porque no se trata de tener control maduro sobre lo que te deparará el futuro, sino simplemente de no esperar a que llegue, e ir en su búsqueda.

Y es que quizás con el tiempo olvidamos que vivir es mucho más sencillo que ponerle la cabeza a todo, y querer que las cosas se rijan por una estructura únicamente matemática.

Quizás con el tiempo nos desconectamos de lo que sentimos, y de quienes somos realmente, y no nos damos cuenta de que hay cosas que en el mundo son tan sencillas como VIVIR.

Pd: La conversación con Eki, y la acción, duraron por un tiempo en mi cabeza, justo hasta que mi "responsabilidad adulta" se interpuso en mi fantasía, pero eso, ya le pertenece a otra historia.